Las dos mujeres se apresuran a ayudar. El pobre hombre está rodando en el suelo gimiendo, con las manos todavía entre sus piernas.
Una de ellas se acerca le y dice :
- Yo soy masajista, tal vez yo pueda ayudar y aliviar su sufrimiento..
Ella se siente culpable a las piernas del hombre y con cuidado abre el pantalón y comienza a darle masajes en el área genital.
Cuando le preguntó cómo se sienta ahora el responde:
- Aquí abajo me siento muy bien, pero mi pulgar todavía me duele de muerte.
La redacción no se hace responsable de las reacciones de sus lectores tras leer el contenido... Dejamos claro que no les compraremos pañales, ni pastillas para dolores de barriga, ojos ni cabeza!!!